Salímos para la Av. Wilson y todos caminamos directamente hasta una casa en el centro de Lima ("Lima Cuadrada" para que se ubiquen), no conocía bien las calles pues siempre me pareció que el centro histórico era algo mágico, que uno podía perderse entre jirones, monumentos, casonas y balcones; al final disfrutaba de la expedición a ese laberinto de calles de una Lima colonial que se resistía a desaparecer a pesar de grandes esfuerzos de sus alcaldes "modernos". Llegamos a una casa bastante antígüa con dos balcones hermosos, pero muy sucios y casi roídos por el tiempo; ingresamos conversando de lo lindo que sería si a esta casa la mantuvieran limpia y bien cuidada. Por fin después de subir al segundo nivel cruzamos la puerta de un cuarto reducido que un compañero había alquilado, había llegado de provincias, del norte chico, y pidió que nos sentáramos en las sillas al costado de una mesa pequeña que estaba frente a su cama y fue entonces que empezamos a hacer la clásica chanchita (juntar dinero para comprar cervezas).
Estabamos esperando unos 10 minutos cuando llegaron "los enviados" (dos amigos salieron a comprar) y trajeron nuestras chelas (cervezas) heladas y empezamos a reunirnos las 5 personas al rededor de toda la habitación y la primea conversación espontánea que salió fue ¿ cómo te llamas?, en ese momento no me había dado cuenta que no todos nos conocíamos, sólo teníamos un amigo en común y era Carlos, un gran amigo que conocí en el salón "C" de la Academia Preuniversitaria, era un gran conversador y además inteligente y hábil para responder a preguntas y lo hacía muy espontáneamente. Carlos presentó a todos después de darse cuenta lo que yo ya había pensado y fue donde todos empezamos a saludarnos caballerosamente, algunos como yo, timidamente aún.
Alejandro, un trujillano, empezó a hablar de lo raro que son algunos profesores, pues normalmente los historiadores eran muy duros cuando criticaban al gobierno y lo cobardes que eran (los gobernantes) al tratar temas bilaterales con Chile y Ecuador. Los de Literatura, que eran muy soñadores pero estupendos para recitar poemas y narrar novelas e historias. Los Matemáticos siempre con su voz jerárquica, aunque no todos. Los filósofos que no creían en nada ni nadie cuando alguien les hablaba de Dios. -¡Salud por ellos y que no los volvamos a ver el próximo ciclo!- exclamó Carlos, pues todos sabíamos que nuestro deber era aprobar los examenes de la universidad en ese ciclo y así satisfacer los sueños y expectativas de nuestros padres.
-Oigan, estas cervezas son pocas, sólo son tres- alzó la voz un muchachos llamado Robert. -No te preocupes que en la tienda dijeron que no habían cervezas heladas así que trajimos sólo estas, mientras empiezan a enfriarse las demás- lo interrumpió Christian. -Entonces a seguir cheleando- concluyó Carlos.
Cuando destapamos la segunda botella de cerveza empezamos a conversar sobre las profesoras, y uno de ellos dijo que eran una especie en extinción en esa Academia porque sólo habían dos y una de ellas ya estaba bien vieja. Todos reímos a carcajadas, pues tenía razón y nos dimos cuenta también que la otra profesora, aunque joven, era casada con uno de los profesores que nos enseñaba Álgebra. Robert empezó a jurar que si la profesora se divorciaba, él era capaz de "mandarsele", le declaraba su amor y que sería la única mujer en su vida. Fue entonces donde Carlos le dijo: -Oe', el alcohol se te sube demasiado rápido a la cabeza por que estás hablando estupideces y además, creo que eres virgen.
Todos rieron sin parar por lo que dijo y estuvimos así un buen rato y le pedimos pedón por tanta confianza. Él asintió con la cabeza y pensando unos veinte segundos después, nos dijo que no nos preocuparamos, que además ya se vengaría con una broma.
Fue entonces que recordé a mi profesora de Inglés llamada Gianina, y que tontamente olvidé su número telefónico, pues el curso de Inglés era el que menos me gustaba aprender y ella tuvo la amabilidad de invitarme a un grupo de estudios en su casa. Era joven y tercamente orgullosa, no pensaba nunca en sentar cabeza aunque fuera la única mujer sobre la Tierra.
Creí que esas cosas de enamorarse de una profesora o profesor eran estupideces y aunque nunca lo estuve yo, de alguien de mi colegio, debo admitir que mi profesora de Inglés siempre me mantuvo ilusionado, aunque no babeado. Nunca supe si eran las hormonas o la estación de invierno que caía en nuestra capital.
Me había perdido en mis pensamientos, cuando en esos momentos uno de los presentes empezó a hablar de sus profesoras que le habían gustado, ellas eran en este caso más maduras, pero igual de hermosas. Que se enamoró en verdad (lo juraba) de una de ellas, pero que de otras sólo las fantaseaba en situaciones eróticas y sexuales.
Sin embargo, fue la sinceridad de Carlos que me dió una gran impresión, a los demás presentes sólo les causó risa. Carlos estaba pensando al estilo vallejiano (osea, con la palma de la mano debajo de la barbilla con los dedos rosando el labio inferior); que él había fantaseado con la maestra de una de sus hermanas cuando fue a recogerla al colegio, y lo raro fue que la maestra era una monja. -¡¿Una monja?!- exclamé casi saltando de mi asiento. Aunque él nunca habló mal de ella, por el contrario le gustó recordarla y lo de fantasear solo lo dijo para hacernos reir, su expresión lo decía todo y empezó a contarnos que llegó ha hablar con ella para decirle que dejara sus hábitos y que él le daría el mundo entero. Pero Carlos sólo tenía 15 años y a esa edad todos prometemos llegar a las estrellas y bajarle la luna a cualquiera, conquistar el mundo y poner a los pies de nuestras amadas todos sus deseos.
Salimos a comprar más cervezas y nos quedamos pensando en lo raro que era la época del colegio. Lo dificil que era lidiar con las hormonas, aunque no supieramos que fuese por esa causa que nosotros fueramos aveces muy atolondrados. Eran las 4:30 PM y ya estabamos enfrascados en un mar de recuerdos sobre el colegio, etapa dura de dejar cuando haz vivido buenas experiencias junto a amigos incondicionales que de pronto dejas de ver.
20 de enero de 2009
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1 comentario:
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Saludillos!
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